En este grupo de obras se intersectan los estilos fotográficos escenificado y espontáneo. Ambos fungen como un testigo visual de los daños al medio ambiente y los efectos a largo plazo de los desechos y los materiales no biodegradables. En estas imágenes, el plástico (ese producto perpetuo creado por el hombre) se une a lo elemental.  

Las fotografías capturan la batalla entre el orden natural y los desechos creados por el hombre; de tal manera, que mediante la presencia de los elementos, el plástico adquiere una apariencia fantasmal o sobrenatural. Las fuerzas cambiantes del viento, el agua y la luz crean escenarios únicos, haciendo que el plástico dance en una extraña coreografía. Esta falta de control gráfico significa que en el momento hay cierta energía creativa esencial e irrepetible.  “El plástico se conecta con la moción del océano y el viento produciendo un efecto impredecible. El viento desempeña un papel importante, así como la reflexión de la luz en el plástico”. 

Estas escenas permiten contemplar el destino de la tierra: el plástico estampado en los prístinos paisajes naturales es una metáfora de un futuro probable en el que el mundo es aplastado por la basura.

Paisajes Plásticos es la metáfora del irrespetuoso comportamiento de los humanos hacia la naturaleza. Utilizamos plástico todo el tiempo. ¿Es así como lucirá nuestro futuro? ¿”Crecerá” el plástico en los árboles?

Incluir plástico es una idea única que cambia la percepción del paisaje dependiendo de la ubicación, la luz, la fuerza y dirección del viento, la marea y el tamaño del abultamiento que se crea en este material. “Disfruto creando Paisajes Plásticos porque es la única ocasión en la que no tengo el control total de lo que el sensor va a capturar. El plástico se ve afectado por la moción del viento y las olas creando así un efecto impredecible. El viento juega un papel importante, así como la reflexión de la luz en el plástico”. 

Este proyecto ganó el premio Hasselblad Master en Artes Finas.